Popular entre los profesores, la escritura cursiva se caracteriza por letras unidas entre sí, lo que reduce la necesidad de levantar las manos y contribuye así a una producción más rápida. Un niño que padece disgrafía tiene mermadas estas habilidades mecánicas y, en particular, su velocidad de escritura se reduce considerablemente. Pero, ¿a qué ritmo se considera motivo de preocupación?
La velocidad de escritura, clave del éxito académico
En una época en la que la palabra escrita predomina en toda la enseñanza escolar, los alumnos se ven sometidos a la presión del tiempo (y de la legibilidad de sus resultados) desde una edad temprana.
El profesor pretende reducir esta fase de toma de notas y pasar a la parte activa de la lección. El alumno, por su parte, no quiere ralentizar la clase, sino que permanece bajo el mandato de producir notas legibles, necesarias para su repaso, al tiempo que permanece suficientemente concentrado para escuchar y comprender al profesor. Por último, los padres, que sólo pueden medir la implicación de sus hijos a través de su escritura, se preocupan por una lección incompleta o la producción de un “trapo”.
El test BHK para evaluar la velocidad de escritura “normal
La percepción de la velocidad de escritura es totalmente subjetiva. Para beneficiarse de un planteamiento “normalizado“, debe basarse en pruebas como el
test BHK
que tiene en cuenta el tipo de ejercicio propuesto (dictado, copia, escritura espontánea) y las consignas (escritura en cursiva o script, lo más rápido posible o normal) para establecer una comparación pertinente. La evaluación de la velocidad de escritura se basa en el número de caracteres escritos por minuto.
Sin embargo, este criterio por sí solo no basta para ser motivo de preocupación y sospechar la existencia de disgrafía. Sin embargo, si su hijo sigue siendo el último en terminar de escribir (o si es el primero, pero ha facilitado letra ilegible), si pasa para terminar de copiar sus leccionessi sus cursos no son no completo o si no completar sus evaluaciones aunque conozca las respuestas, es aconsejable que se ponga en contacto con un grafoterapeuta.
Rehabilitación por el grafoterapeuta
La grafoterapia consiste en reeducar la escritura del niño para hacerla más legible y fácil de producir. No se ocupa directamente de la escritura en sí, sino de las formas fundamentales de bucles, aros, hélices, etc. Mediante ejercicios, los niños pueden trabajar su flexibilidad y facilidad de movimientos, así como la sujeción del lápiz y la colocación del cuerpo mientras escriben. El objetivo es relajar al niño.
En el caso de la disgrafía, el trabajo de reeducación se extiende a la esfera psicológica: al tratar el aspecto motor, el niño estará más tranquilo y menos cansado, y podrá recuperar la confianza en sí mismo y mejorar la productividad y los resultados escolares.
Con la ayuda de una evaluación grafomotriz, el profesional establece un apoyo personalizado para el niño, centrándose en sus dificultades a través de ejercicios lúdicos. No dudes en ponerte en contacto con un terapeuta gráfico de la plataforma Ora-Visio : están especializados en trastornos DYS y conocen perfectamente los problemas que se plantean, tanto en la vida escolar del niño como en la vida cotidiana.